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 Los héroes de Numancia: 20 años de resistencia al Imperio Romano

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Dany
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Dany


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Fecha de inscripción : 22/03/2008

Los héroes de Numancia: 20 años de resistencia al Imperio Romano Empty
MensajeTema: Los héroes de Numancia: 20 años de resistencia al Imperio Romano   Los héroes de Numancia: 20 años de resistencia al Imperio Romano Icon_minitimeLun Nov 03, 2008 3:24 pm

Numancia es el nombre de una desaparecida población celtíbera, cuyos restos están situados a 7 km al norte de la actual ciudad de Soria, sobre el cerro de la Muela de la localidad de Garray.

En el año 153 a. C. tiene el primer conflicto grave con Roma, al dejar entrar en la ciudad a unos fugitivos de la ciudad de Segeda, de la tribu de los bellos. Los numantinos, al mando de Caro de Segeda consiguen derrotar a un ejército de 30.000 hombres mandados por el consul Quinto Fulvio Nobilior.

Tras 20 años repeliendo los continuos ataques romanos, en el año 133 a.C. el senado romano nombra a Escipion Emiliano la tarea de destruir numancia, quien pone sitio a la ciudad, levantando un cerco de 9 km apoyado por torres, fosos, empaladizas,... tras 13 meses de sitio los numantinos deciden incendiar la ciudad y morir libres antes que vivir y ser esclavos. Una muestra de libertad y coraje que ha servido de ejemplo en la historia hasta nuestros días.

Conquista y Asedio de Numancia
El sometimiento de los pueblos de la península al Imperio romano, tenía sus excepciones. Pueblos como los arévacos, vacceos, tittos, bellos o lusitanos en una fase intermedia de la conquista, opusieron una heroica resistencia, y ciudades como Numancia y Termancia (Tiermes), llegaron a mandar a Roma embajadas para tratar con el Senado romano.

El cónsul Quinto Cecilio Metelo, el Macedónico, que había conquistado y sometido gran parte de la península, conquistó gran parte de las ciudades de los arévacos, vacceos y pelendones, pero se le resistieron Numancia y Tiermes. Fue sustituido por Quinto Pompeyo quien llegó celoso de la gloria de Servilio Cepión por poner término a la insurrección acaudillada por Viriato. Pero fracaso rotundamente al intentar someter a las dos ciudades celtíberas.

El año 153 a. C., los habitantes de Segeda, capital de los Belos,cuyo nombre en celtíbero era Sekaiza, dilataba el envío de soldados para servir en el ejército romano, se negaba a pagar impuestos al tiempo que ampliaron las fortificaciones, iniciando la construcción de una nueva muralla. El Senado mando al consul Fulvio Novilitor con un ejercito enorme de 30000 soldados; el hecho de que se empleara un contingente tan grande hace pensar que se buscaba un objetivo mas importante que el de castigar a la pequeña ciudad. La llegada de este gran ejercito obligó a los segedenses a abandonar sus casas y sus pertenencias y a refugiarse en territorio de los arévacos, a los que pidieron que mediaran el conflicto, lo cual no dio ningun resultado. Así, los arévacos se aliaron con los segedenses y, con el caudillo segedense Caro como jefe, se enfrentaron al ejercito romano, derrotandolo y ocasionando mas de 6000 bajas entre los romanos pero la muerte del mismo Caro.

En aquel entonces, Numancia contaba con una solida muralla de protección y con un ejercito de unos 20000 soldados a pie y 5000 jinetes, cifra que fue descendiendo a medida que las Guerras Celtiberas avanzaban (8000 en el 143 a.C. y 4000 en el 137 a.C.), debido a que Roma fue controlando más territorio y, por tanto, existían menos posibilidades de reclutar defensores en los territorios contiguos. Fulvio Nobilior empezo entonces el asedio a la ciudad, para lo que levantó un campamento. Al poco el rey númida Masinisa, aliado de roma, le envio refuerzos, entre lo que destacaban 10 elefantes, lo que hizo que Nobilior iniciara el ataque a la ciudad.


Primera batalla de Numancia [editar]Parecia que los elefantes iban a ser una fuerza determinante, ya que los numantinosno los habian visto antes y mostraban pánico, pero la caida de una enorme piedra hirió a uno de los elefantes, que enloqueció y cargó contra los atacantes romanos. El desorden que se generó fue tal que los celtiberos aprovecharon la ocasión para atacar a los sitiadores, y matar a unos 4000 romanos.

Fulvio Nobilior no quiso intentar nada más e invernó en su campamento con escasez de víveres y recibiendo continuos asaltos de los numantinos.

Al año siguiente 152 a. C., fue nombrado cónsul Claudio Marcelo, con el que los celtíberos lograron un acuerdo de pacificación que incluía el pago de un impuesto de guerra, acuerdo que no fue aceptado por el Senado romano. Tras esta negativa, los numantinos viendo el talante conciliador del cónsul romano llegaron a un acuerdo de paz acambio de una gran cantidad de dinero, que se mantubo en la Celtiberia hasta elaño 143 a.C.. En este año, tras varias victorias del del lusitano Viriato sobre los romanos y el considerable aumento de la tensión entre romanos y celtíberos, estos se levantaron de nuevo en armas. La rebelión se consideró muy grave en Roma, por lo que se decidió a enviar un fuerte ejército de mas de 30000 soldados al mando del cónsul Cecilio Metelo, laureado que venía de conbatir en macedonia. Metelo estubo en Hispania dos años y mostro un talante moderado,lo que llevó alos numantinos a negociar una paz que, acambio de rehenes, ropa, caballos y armas, les convertiria en amigos y aliados de Roma. Sin embargo, el día en que debía ratificarse el acuerdo se negaron a entregar las armas.La ruptura del pactoenfadó enormemente a Roma, que consideró que la osadía de este pequeño reducto en los limites occidentales del imperio no podía ni debía ser tolerada, ya que se habia convertido en una prueba para el prestigio militar romano.


La renovación de la guerra [editar]El el año 141 a.C. se nombro cónsul a Quinto Pompeyo, rival político de Metelo, que no destaco precisamente por su labor militar, ya que tras un año de campaña lo unico que consiguió fue estrellarse contra las murallas de Numancia y Termes. En el año 139 a.C. Popilio Lenas, el nuevo cónsul empezo atcando Numancia, pero tras ser derrotado decidio saquear los campos de cereales de los vacceos para justificar su actividad militar. La ineptitud militar llego a su punto mas alto con Hostilio Mancino en el 138 a.C. quien ataco Numancia con mas de 20000 hombres y al retirarse fue rodeado por los numantinos, menos de 4000, y tubo que capitular para salvar su vida y la de los soldados. Los numantinos se limitaron a desarmar al ejército romano a cambio de la paz. Fue llamado a Roma con los embajadores numantinos que como nación bárbara acampaban a las afueras de la ciudad.

Como castigo, fue humillado por los propios romanos ante las murallas numantinas siendo ofrecido a los numantinos para que hagan con él lo que quieran; lo dejaron desnudo con las manos atadas a la espalda, en una ceremonia increible teniendo en cuenta la enorme desigualdad de fuerzas entre ambos ejercitos. La suerte corrida por Manciano de hizo que los siguientes tres consules romanos, Emilio Lepido 137 a.C.; Furio Filon 136 a.C. y Calpurnio Pison 135a.C., no se atrevieran a atacar Numancia.

Estos 18 años de lucha con concesiones y dilaciones, hizo que quedara finalmente como uno de los baluartes hostiles a Roma.


Preparativos para el último sitio a Numancia
Imagen de Escipión el AfricanoEste cúmulo de humillaciones decidió a Roma, en el año 134 a. C. el envío de su mejor soldado, el vencedor de Cartago, Publio Cornelio Escipión Emiliano; apodado en ese momento el Africano.

La primera dificultad que se ofreció en Roma para designar a Escipión como jefe del ejército sitiador de Numancia, escribe Mélida, fue que no tenía el tiempo prescrito para el consulado, por lo que tubieron que cambiar el calendario y que los tribunos volviesen a derogar la ley en cuanto al tiempo, como habían hecho en la guerra de Cartago, y quedase en vigor para el año siguiente. El prestigio de tal general hizo que quisieran alistarse a sus órdenes multitud de romanos; pero no lo consintió el Senado, pues Roma andaba empeñada en otras guerras.

Escipió nmarcho a la Peninsula con 4000 voluntarios , tropas mercenarias de otras ciudades y de otros reyes, escribe Apiano, que voluntariamente se le ofrecieron por conveniencia propia. Además con personas escogidas y fieles formó la llamada "cohorte de los amigos"

Pidió dinero; negóselo el Senado, consignándole solo ciertas rentas a la sazón no vencidas y, según Plutarco, contestó Escipión que "le bastaba el suyo y el de sus amigos". Tal fue el esfuerzo personal con que aquel experimentado soldado se aprestó a la empresa.

Escipion comenzo, al llegar a la peninsula, por someter al ejercito alli desplegado a un durisimo entrenamiento con una extrema dureza. Escipión desterró, dice Apiano, a todos los mercaderes, rameras, adivinos y agoreros, a quienes los soldados consternados en tantos infortunios daban demasiado crédito; expulsó a los criados, vendió carros, equipajes y acémilas, conservando las puramente necesarias; prohibió ir en bestia en las marchas. Poco despues llegaba a su campamento el rey númidia Yugurta con 15000 hombres.

Cuando tuvo moralizado a su ejército, sumiso y hecho al trabajo y a la fatiga, trasladó su campo cerca de Numancia, cuidando de no dividir sus fuerzas, como hicieron otros, ni de batirse sin antes explorar. -Es un disparate -decía- aventurarse por cosas leves. Es imprudente el capitán que entra en acción sin necesidad, así como aquel otro es excelente que se arriesga cuando lo pide el caso: así es que los médicos no usan sajaduras ni cauterios antes de las medicinas.


El último ataque
En octubre del 134 a.C Escipion se posiciono enfrente de Numancia a la que no dió opción de pelear, Cauto y sagaz, Escipión concibió el plan de guerra de reducir, cercar y sitiar a los numantinos, hasta que faltos de fuerza se rindieran. Así, para quitarles apoyo y favor de otros pueblos, se dirigió primeramente contra los vácceos a quienes los numantinos compraban víveres, taló sus campos, recogió lo que pudo para manutención de sus tropas y amontonando lo demás, le prendió fuego. Como hostilizaran los pallantinos de Complanio a los forrajeadores romanos, mandó para rechazarlos a Rutilio Rufo, tribuno entonces y escritor de estos hechos, dice Apiano; y cubriendo la retirada el mismo Escipión, pudo salvarlo con su caballería.

Comenzó un cerco estricto, construyendoprimero fosos, empaladizas y terraplenes para protejer a sus soldados, ademas de leventar un muro de 9 km, de ocho pies de ancho y diez de alto, con torres, a un plethron (30,85 metros) de distancia unas de otras, que rodeaban la ciudad y que estaba vigilado por siete campamentos. Las torres contaban con catapultas, ballestas y otras máquinas; aprovisionó las almenas de piedras y dardos, y en el muro se instalaron arqueros y honderos. Tambien utilizó un sistema de señales, muy desarrolado para la epoca, que permitía trasladar tropas a cualquier lugar que pudiera estar en peligro. Todavía hizo otro foso por encima del primero y lo fortifió con estacas, y no pudiendo echar un puente sobre el río Duero, por donde los sitiados recibían tropas y víveres, levantó dos fuertes y atando con maromas, desde el uno al otro, unas vigas largas, las tendió sobre la anchura del río... "En estas vigas, añade el historiador, había clavado espesos chuzos y saetas, las cuales, dando vueltas siempre con la corriente, a nadie dejaban pasar, ni a nado, ni buceando, ni en barco, sin ser visto.

En total contaba con mas de 60000 soldados, en el que se contaban gentes del país, mas los arqueros y honderos correspondientes a doce elefantes (que jugaban como torres móviles),que trajo Yugurta, contra apenas 2500 numantinos sitiados. Destinó la mitad de las fuerzas para guardar el muro, preparó veinte mil hombres para las salidas que fueren necesarias y dejó de reserva otros diez mil. Dio Escipión el mando de un campamento a su hermano Máximo y el tomó el otro, y todos los días y noches recorría por sí mismo la circunferencia con que tenía cercada la ciudad; siendo él, en concepto de Apiano, el primero que tal hizo con gentes que no rehusaban la pelea.

Con estos datos históricos y haciendo aplicación de ellos en un concienzudo estudio topográfico del terreno que rodea el cerro de Numancia, logró descubrir en cinco años el profesor de Historia de la Universidad de Erlangen, D Adolfo Schulten, los restos de dichas fortificaciones y los siete campamentos o fuertes de Apiano, presentándolos al Instituto Arqueológico de Berlin. (1880) La primera conclusión que sacó de sus descubrimientos es que los campamentos de Escipión no fueron obras de barro y madera como los construidos por César ante Alesia en la Galia, sino construcciones de piedra como las del tiempo del Imperio.

El más importante de estos campamentos y también el que ocupa posición más eminente es el de Peña Redonda, que está en un alto, en el avance de una sierra, al Sur, Sudeste del cerro de Numancia, separado de él por el riachuelo Merdancho. Siguen por el Este las fortificaciones de Peñas Altas, consistentes principalmente en una ancha muralla, que posiblemente unió con una torre cuadrada de gruesa fábrica, lo cual es verosímil sirviera para instalar una catapulta, que por lo próxima a Numancia debió hacerle mucho daño.

Al pie de ésta, en una pequeña meseta llamada Saledilla, halló el Dr. Schulten huellas del incendio de la ciudad, de donde se deduce que debió existir un arrabal de la misma, que solo dista del baluarte de la catapulta 150 metros. Siguiendo hacie el NE. desde Peñas Altas se encuentra otra eminencia, Valdevorrón, donde la existencia de un antiguo canal de desagüe indicó al explorador la existencia de un campamento, cuyos restos, escasos, pudo encontrar.

Según Apiano, solo Retógenes el Caraunio, con algunos compañeros y algo de caballería, pudo burlar este cerco para pedir ayuda a las ciudades vecinas, de las que únicamente Lutia se mostró dispuesta a socorrer a la ciudad, lo que acarreó una terrible venganza de Escipión sobre los lutiakos.

Tras quince meses de asedio la ciudad cayó, vencida por el hambre, en el verano del 133 a. C. Sus habitantes prefirieron el suicidio a entregarse. Incendiaron la ciudad para que no cayera en manos de los romanos. Los pocos supervivientes fueron vendidos como esclavos. Escipión renunció a su título de el Africano, y asumió el de Numantino.

Escipión regresó a Roma y allí celebró su triunfo desfilando por las calles con cincuenta de los numantinos capturados. Para entonces, Numancia ya se había convertido en leyenda.
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